El hecho de haber alquilado un departamento fue éxito
fundamental para lograr nuestro cometido, probar quesos y vinos en Francia. A diferencia de lo que uno puede llegar a imaginarse, un departamento en París cuesta entre 500€ y 800€ la semana, lo que se traduce en el mismo o menor precio que un hotel.
Bien saben ustedes, mis lectores acérrimos, que me da igual
el maridaje propuesto por cualquier academia profesional de vinos y
espirituosas. Me gusta comer y tomar, lo que me gusta.
Gracias a esta libertad optamos por comprar todos los quesos
que no se consiguen en Argentina y los vinos que más nos podían llegar a
interesar.
Admito que en los vinos los argentinos tenemos un frente de
batalla excelente, pero respecto a los quesos franceses, la verdad: no sabemos nada en materia de lácteos.
No se preocupen que la idea no es hablar de la historia de
cada queso ni de cómo se hace. Se supone que estás acá, leyendo, por dos
motivos. El primero es que te gusta comer, y el segundo es que te gusta repetir el plato. Los datos técnicos se los dejamos a los constipados parisinos.
Hablemos de los quesos:
Langres: Queso de vaca que viene en tamaño chico
(normalmente un disco de 7cm de diámetro y unos 3cm de espesor) con una
cubierta de color anaranjado dado por el hongo que ataca al queso. En el centro
suele estar aplastado porque el queso no se da vuelta en la maduración, detalle
simpático porque algunos locos lindos usan esa “pancita” para ponerle licor y
comerlo así. Snob o no, es una idea que se lleva un par de puntos a favor. El
aroma es fuerte, penetrante, con olor a pie de atleta, pero de esos atletas que
corren maratones. La textura es muy blanda, casi al punto de un queso crema. De
hecho, cuando lo intentás cortar, suele aplastarse bastante. El sabor es muy
lácteo, con una entrada dulzona y un final muy salado, contraste que lo hace
aún más interesante. Uno de los tres favoritos.
Fougerus: Queso de vaca realmente caro (nos costó el triple
de lo que costaba cualquier otro queso en París). Similar en tamaño al Langres,
con una cubierta blanca muy parecida a los Brie (son de la misma familia). La
textura es media, siendo firme para cortarlo pero blando en la boca, con una
corteza fácil de morder. El aroma es intenso, muy llamativo, porque se mezcla
el olor a podredumbre con un olor cuasi dulzón que se traduce en sabor al final
del bocado. Aunque resulte extraño, te deja un sabor a choclo (maíz para los
que no están acostumbrados a la palabra). Quizás fue el queso más complejo y
sabroso que comí pero su relación precio/calidad, en un país con tanta variedad
de quesos, lo convierte en un producto para consumo esporádico.
Mont Briac: Queso hongoso que recuerda a un Gorgonzolla pero
blando, de textura similar al Langres (muy elástico y difícil de cortar) que no
tiene tanto aroma a podrido como los anteriores y un sabor a requesón (el queso
que se suele consumir en Brasil), suave, delicado y apto para todos los días.
Fue el segundo queso que más me gustó porque no invade a los demás y
tranquilamente puede ir combinado con panes en el desayuno.
Saint Nectaire: Oler este queso es reconocerlo entre mil
otros diferentes porque tiene olor a sótano húmedo lleno de suéters viejos. La
cáscara es gris, firme y por dentro es un queso firme como cualquier Camembert.
El sabor es bastante neutro, lo que no lo hace tan interesante, porque el aroma
no llama la atención hacia el espectro positivo. Lo comimos porque no tenían
otra cosa que vendernos ya que no hablaban más que francés.
Roquefort: Ni se te ocurra comprar otro queso azul diferente
al Roquefort en Francia. Ya que ellos tienen la denominación de origen
controlada de este queso bien vale la pena probarlo. Y bien diferente es al
queso azul común al que estamos acostumbrados a consumir. Le pedimos el más
intenso y más aromático. El aroma llegaba a tonos mentolados y el sabor,
picantón al principio, salado al final, era magnífico. Un poco más delicado y
un poco más complejo, se derretía en la boca. Un golazo de media cancha.
Brie: Comer este queso en Francia es un camino que, si
hubiese sabido, no lo recorría. Ayer compramos Brie en el supermercadito de
Guatemala y Fitz Roy (le mando un saludo a la china de la caja que es re
macanuda) y cuando lo probé, me di cuenta lo que voy a extrañar París y sus
quesos. El Brie tiene un aroma hongoso fuerte pero que no persiste mucho tiempo
en el aire (siendo el Camembert más fortachón a la hora de dejarlo al aire
libre). La cubierta es firme y gruesa, signo de su estacionamiento. El sabor es
delicado, con un dejo salado pero muy redondo. A ver, es un queso que le gana a
cualquier otro queso porque en la boca es muy difícil que te resulte desagradable.
Es la Coca Cola de los quesos. Si podés, probate dos o tres diferentes, desde
el barato al más caro.
Camembert: Queso hongoso similar al Brie pero con un aroma
más intenso, a veces con un dejo a amoniaco al abrir el envoltorio que
desaparece y no vuelve a aparecer. Si el olor es muy invasivo, el queso ya está
pasado de maduración. En cambio, si ataca de golpe y desaparece, dejando un
rastro de hongo oloroso, está perfecto. La cáscara, aunque blanca y parecida a
la del Brie, tiene una textura un tanto “polvorosa”. En la boca es más salado
que el Camembert hecho en argentina (imitación) y de sabor más característico:
tiene realmente sabor a queso.
Nosotros fuimos a la quesería La Fromagerie en Rue des Petits Carreaux 8 (2nd Arr., París), la atención una vez fue buena y la otra mala, pero la variedad es digna para comprar quesos franceses de calidad.
Nosotros fuimos a la quesería La Fromagerie en Rue des Petits Carreaux 8 (2nd Arr., París), la atención una vez fue buena y la otra mala, pero la variedad es digna para comprar quesos franceses de calidad.
Comprando panes en un mercado parisino
Receta: Creme Brulee
… ¿y los vinos? … ¡Los vinos acá!
6 comentarios:
"Es cómico como, viniendo de un país tercermundista, hablo 4 idiomas y ellos sólo hablan Francés."
Ojo, porque nosotros necesitamos saber 4 idiomas, ellos no (por lo menos hasta ahora)
El francés promedio es receloso de su idioma, cuando fuí a París tenía 18 años, no hablaba ni una sola palabra de francés, así que les hablaba en inglés y ellos me respondían en francés, obviamente. Salvo eso, a mí la gente me pareció cálida, a todos los lugares que fuímos con la flia nos ayudaron. A veces es suerte, gente tonta que te atiende mal hay en todos lados...
Obviamente no es la primera vez que escucho hablar sobre la "personalidad" de los franceses, y a pesar de ese prejuicio los visité por primera vez hace unos 4 años en Paris, instalandome durante 3 semanas en un departamento. Chapuceando muy poco de francés con un diccionario de bolsillo y algo de inglés, me sentí muy bien atendido en todos los lugares por los que pasé: museos, restaurantes, negocios de souvenirs, de ropa, supermercados, empleados del subte,queserías, panaderías, creperías, los puestitos de panchos...
Volví a Francia el año pasado, 1 semana por la costa mediterranea, y no puedo mas que destacar su hospitalidad. Me cuesta imaginar a un francés grosero y maleducado atendiendo un negocio. Te deseo una mejor experiencia para la próxima.... y con respecto a las queserías.... un golazo!
Saludos!
La verdad, de comidas sé poco y nada, no suelo ""experimentar" me quedo en lo conocido, tal vez por querer un cambio empecé a seguirte, primero en Twitter y ahora en el Face. Creo que tengo un paladar aburrido :p ja, pero soy joven y con ganas de conocer cosas nuevas. Gracias por los datos <3
Gracias Anhi! Pruebo cosas para describirlas y que los demás decidan si las prueban y se adentran en algo nuevo.
No tengo idea de vinos, pero de quesos... ahhh de quesos... tampoco, solo se que me encantan.
Cuando fui a Paris el año pasado hice exactamente eso: fui y compre cuanto queso aparecio.
Comer queso en Francia es un camino de ida. Todavia no supere el Brie que probe.
Sobre los franceses, me trataron bien (fuimos dos mujeres solas, no hay lugar en el mundo en el que traten mal a dos mujeres turistas), pero su inconfundible aroma me va a perseguir hasta el dia que me muera.
Genial este post.
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