lunes, 20 de julio de 2009

La Peña del Colorado – Un paseo por el interior del país

Nombre: La Peña del Colorado

Tipo: Restaurante, Bodegón

Estilo: Cocina norteña, Autóctona

Dirección: Güemes 3657

Teléfono: 4822-1038



Evaluación

Cocina: Buena

Ambientación: Buena

Atención: Regular

Precio: Económico
Ideal para: Solo o acompañado, grupos.



Nos tocó conocer este lugar a través de un evento especial, un encuentro de BookCrossing, que viene a ser básicamente un grupo de personas fanáticas de la lectura que tienen por móvil dejar libros a la buena de Dios para compartirlos y emocionarse cuando llegan a las manos de otro fan de la lectura del otro lado del mundo.

Llegué al lugar con una pequeña demora porque resulta un poco complicado estacionar en la zona. Al entrar nos encontramos con un restaurante que no logré definir si tenía una decoración rústica o estaba rústicamente decorado. La sutileza entre ambas fue complicada de descubrir.

El lugar es bastante ruidoso, más allá del gran grupo de comensales en la mesa con forma de eLe. El mayor problema lo terminó teniendo el mozo, porque el salón está separado en dos partes, de las cuales una siempre fue rezagada y terminó recibiendo una atención bastante pobre, lo que obligó a que me levante para buscar la carta, otra vez para pedirle y la tercera para encargarle el postre.

Voy a hablar de lo que probé y no de lo que vi ni los comentarios de terceros, aunque resultaron bastante tentadores algunos platos (como ser el Locro, el cual será el plato a probar en la próxima visita).

La panera, básica, tenía nada más pan blanco. Se ofrece un servicio de panera con panes caseros (la cual se cobra, cosa que creo innecesaria y, dado el tipo de restaurante sería mejor incluirla promediada en los precios pero ofrecerla como producto fijo).

De entradita pedimos dos empanadas, una de carne picante cortada a cuchillo y otra de cordero. Esta última muy rica y suave. La de carne resultó estar en el grado de picante ideal (para mi paladar) y la sensación al masticar los trozos bastante grandes de carne hacían desplazar la empanada de La Continental al último eslabón de la cadena alimenticia.

Me pedí un Tamal Tucumano (el cual fue muy criticado por un par de Beceras -dícese de los integrantes de BookCrossing- originarias del Noroeste, que afirmaban que era más una Humita en Chala que un Tamal). La porción es ideal para compartir como entrada o para comer como principal si es domingo y todavía estamos intentando digerir la media docena de facturas de la tarde. La parte externa (una especie de polenta/maíz) resultó medianamente insípida, pero fue compensada por el relleno.

Por otro lado Caro se pidió un Pastel de Humita y Calabaza, muy tentador, de tamaño considerable. El problema con este plato pasa por una idea de precio y producto. Un locro reclama trabajo para elaborarlo, más allá del valor de la materia prima. Para un comensal, comer un cuenco con crema de choclo, puré de calabaza y un poco de queso gratinado genera una sensación de disparidad entre el precio y la mano de obra invertida en el plato. El plato era rico, de eso no cabe la menor duda, sabroso y dulzón, abundante sin ser pesado, pero deja una sensación difícil de manejar si uno hace la relación producto/precio. Más allá del precio bajo, sigue siendo dispar.

De postre decidimos probar un plato imposible de evaluar, se llama Tentación Salteña, y consta de helado y dulce de cayote. Sería injusto decir ¡que rico! o decir ¡feo! porque ambos productos son comprados y tienen el mismo sabor acá, en otro restaurante o en mi casa. Sí resulta caro en proporción el postre a los platos, más siendo un postre con poca elaboración, y no encontré la crema declarada entre los ingredientes.

Luego de un rato y una modificación en la factura porque vino mal compuesta nos dispersamos con la panza llena, el corazón contento y varios libros nuevos para leer. El lugar es barato pero la relación precio calidad no condice en algunos platos, el precio por persona para comer asciende a $30 en la mayor parte de los casos y no es necesario compartir platos para salir satisfecho, pero sí hay que ir con tiempo, porque la atención es demasiado básica y no esperar que enamoremos en una primer cita a una pareja por visitar este lugar. Sin duda el fuerte de esta vez fueron las empanadas. Una de las visitas obligadas será de 15hs a 20hs, momento en el cual se puede consumir el Mate-Bar, menú ideal para días fríos y ganas de pasar un rato entre amigos.




El Guerrillero Culinario

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