martes, 15 de septiembre de 2009

La Cava Jufré – Para tomarse mucho más que 5 minutos de La Virginia

Nombre: La Cava Jufré

Tipo: Cava

Estilo: Vinos, picadas

Dirección: Jufré 201, Capital Federal

Teléfono: 4775-7501



Evaluación
Cocina: Buena
Ambientación: Muy Buena
Atención: Excelente
Precio: Depende del Vino, desde Económico hasta Medio
Ideal para: Acompañado de amigos o en pareja.




Hay lugares donde los ansiosos no pueden ir; aquí uno llega para tomarse su tiempo. Llegar a esta esquina perdida entre calles empedradas y un tanto maltrechas de la zona de Villa Crespo no es casualidad, siempre estos lugares están llenos porque el boca en boca funciona de maravilla.

Entrar a esta cava es muy parecido a entrar a las recepciones de algunas bodegas mendocinas. La ambientación llama a quedarse el tiempo necesario para disfrutar de todo el ritual de degustación que deseamos ejercer. Una esquina de techos altos, bastante vidriada, con cantidad de madera por doquier, elemento noble que reduce un poco el sonido de un salón colmado de locos lindos que charlan, discuten, se deducen, toman, huelen, como el living de la casa de cualquiera de ellos. La disposición de las mesas no es ni la más alegre ni tampoco llega a molestarnos en cercanía a otras personas. Si bien sería interesante tener un lugar más grande lleno de sofás, el salón es correcto.

La carta de comidas es muy reducida para considerarlo un restaurante pero más que suficiente siendo una cava. En cierta forma faltaba una panera o un bol con cubitos de manzana, detalle que supongo será contemplado en una degustación. En nuestro caso, como no íbamos a degustar, simplemente nos trajeron los productos alimenticios. Nos pedimos una bruschetta de tomates secos y tres empanadas de masa filo, una de queso, otra de verduras y otra de carne. La bruschetta inmejorable, las empanaditas muy ricas pero no sobresalían. Igualmente había picadas como opciones para los más hambrientos. ¡La próxima no me voy sin probar la picada!

Para tomar decidimos charlar con el dueño, quien a su vez oficia de mozo, un tipo conocedor del producto y servicio que ofrece, pero sobre todo, apasionado. Me gustan mucho las personas apasionadas, de las personas que disfrutan y gozan lo que hacen. Lito, el dueño, es un tipo que saca de adentro las recomendaciones, no es un sommelier que venga a decirnos, maridá esto con esto porque los taninos y yo que se. ¡No! Lito va a hacernos sentir que somos la UVA, nos va a pasar por los procesos de la misma hasta lograr formar en nuestra boca el sabor del vino que nos recomienda, y en ese momento, cuando se nos empieza a hacer agua la boca por sentir esos psicológicos taninos nos va a traer el vino. Tomamos un Cabernet Franc de La Pampa, zona que no era apreciada hace unos 4 años cuando estudiaba gastronomía, y que hoy saca productos con vinos con expresiones muy similares a los vinos Chianti italianos que se toman todos los días en el menù del giorno.

De postre probamos una torta de chocolates (blanco y negro) con textura a mouse, increíble. Bien podía venir acompañada de una copita de vino blanco dulce natural o algún cosecha tardía.

Salvo los jueves que hay degustación, el resto de los días hay que consumir la botella (se cobra un descorche 3 veces más económico que en otros restaurantes) lo que hace indispensable venir en grupo para poder probar varios sabores diferentes y no terminar la noche con un solo vino. Con una atención increíblemente personalizada y un lugar hermoso, es una de las opciones preferidas para tener agendada que nos saca de apuro sin mucha hambre.




El Guerrillero Culinario

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