lunes, 4 de octubre de 2010

Crónica excepcional de la Degustación de Vinos de Alta Gama

Viernes, cae el sol, inusualmente frío para ser un primero de octubre, llegamos a la vinoteca La Bodega de Borbore. Con la entrada en mano, ya pagada por adelantado un par de semanas atrás por ser este un tipo de evento al que se accede sólo con reserva anticipada, somos recibidos por una chica que nos entrega una hoja con un listado de vinos y sus respectivos checkbox para comenzar este recorrido del que no hay vuelta atrás.

Nos enteramos de este evento gracias nuestro sibarita amigo Matías quien nos recomendó esta Exposición y Degustación. No tuvo difusión en los medios ya que, para el anterior evento muchos de los habitués quedaron afuera. Esta vez se organizó de boca en boca, y el resultado fue buenísimo.

¿Qué tiene de bueno algo que no está publicitado en todas las revistas o medios de comunicación? Simple, uno se encuentra en el lugar al referente auténtico, con el interesado genuino del evento. Es cierto que eventos gigantescos como Vinos y Bodegas aportan lo suyo, pero también uno tiene que tener en cuenta a ese otro grupo de personas que buscan sencillez, calidad y buena onda. Así como una vez leí una crónica de Emilio Cicco sobre la gente que visita la Feria de Libro para tocarle los lomos a los libros como si fuera la piel del tomate perita en el mercado de San Telmo, la mayoría de los eventos de vinos se transformaron en un afteroffice para hacer codito en barra y franelear entre amigos sobre la frescura de comer pescado en Osaka o Sipán, pasarse tarjetas personales y todo ese chamuyo de evento social de alto nivel.

Una vez que empezamos a recorrer los dos sectores donde se encontraban las diferentes bodegas y ofertas para la degustación, nos topamos con el dueño, un tipo macanudo que no evadiendo formalidades tenía la misma hoja de papel que nosotros para que le anoten cada una de las copas que, durante la noche, irían sirviendo y marcando para no repetir. ¿Quién repetiría con tanta variedad de vinos?

Empezamos comiendo unas ricas empanadas de carne y probando vinos desde los suaves a los intensos, desde lo clásico a lo original. En estos casos lo bueno es empezar tomando vinos como un Rutini de bodegas La Rural. El típico Cabernet-Malbec, un vino clásico dentro de los vinos buenos. Sería el primer sorbo que daría inicio a un torbellino de sensaciones en nuestras papilas gustativas. Usando de referencia este vino que, más allá de ser excelente, no sorprende ni traiciona, continuamos nuetra visita por cada uno de los puestitos con vinos de alta gama.

El plato de comida incluído era una Carbonada, decisión jugada en un evendo porque, como le habían puesto arroz, su punto justo de cocción nunca existió ya que todos comían a destiempos. En ese momento nos topamos con un señor, asiduo visitante de la vinoteca, que nos contaba lo rico que había salido el locro la vez anterior, y recomendación va, recomendación viene, casi casi éramos compinches para juntarnos a hacer un cordero el fin de semana. Ahí me di cuenta de que esto era lo que venía a disfrutar, lo que buscaba en un evento gastronómico más legítimo, el hecho de encontrarme con un tipo común y corriente, quien no pensaba si a las especias para el cordero había que comprarlas en un país de medio-oriente o si necesitaba un horno eléctrico convector para lograr la cocción justa. Ahí estaba frente a una persona que, por razones de la vida, pudo haber sido un Francis Mallmann, con esa naturalidad para hablar tanto de la comida como de la bebida.

El común denominativo para la recomendación no era ni el precio, ni la calidad, sino la sorpresa. Ahí es donde uno se da cuenta que la gente está un poco aburrida del mismo vino y ese exceso de madera que nos hace sentir que tomamos un licuado de uva con pedazos de lija al agua para enduído de interior. Capaz las bodegas perdieron un poco el rumbo y, en su afán por imitar sabores extranjeros o buscar el aumento en las exportaciones, se les fue la mano en la manipulación de sabores de los vinos, para lograr vinos for export sin personalidad ni onda.

De los 51 vinos disponibles probé 18. Y acá es donde recomiendo no probar tantos, ya que es cierto que nuestra lengua, paladar y nariz se verá afectada por tantos taninos y acidez en exceso.

Antes de leer este párrafo sepan que no soy ni sommelier, enólogo ni productor vitivinícola, simplemente doy mi apreciación sobre los sabores de cada vino. Separo los vinos en 3 grupos: los que resultaron ser lo mejor que probé, los que tuvieron algo más de personalidad o complejidad en la boca que los clásicos y los que me parecieron buenos, pero no me sorprendieron ni me dieron nada especial.

Dentro de los vinos que me gustaron sin sorprenderme

- Family Reserve Pinot Noir de Alfredo Roca: un vino super suave, con un color casi rosado, sin mucho cuerpo, delicado como tiene que ser el Pinot.
- D.V. Catena Malbec-Malbec de Catena Zapata: un vino casi tan suave como el Pinot, rico pero demasiado bebible para ser un vino de esta gama de precios.
- Mariflor Pinot Noir de Clos de los Siete: otro Pinot que, a mi gusto tenía demasiada fuerza de la que debería tener para ser Pinot. Por un lado le daba un poco de personalidad pero ese exceso no acompañaba la cepa que uno sabe que debe ser aterciopelada.
- Ciclos Icono Blend de bodega El Esteco: un buen vino que capaz no estaba en la misma línea que otros de la exposición. Aquí se sintió la falta del Altimus. Una lástima, ese sí que se lleva varios premios.
- Marcus Gran Reserva Merlot de Humberto Canale: como todo Merlot argentino, le cuesta todavía encontrar su lugar en los suelos para brindar todo lo que tiene dentro la uva.
- Rutini Cabernet-Malbec de La Rural: nada nuevo para decir de un excelente vino, que puede servirnos para esos días que hay que hacer un regalo a alguien que no reclama exclusividad sino calidad estandarizada.
- Urraca Chardonnay de Walter Bressia: para haber estado en madera este Chardonnay no tenía ese trasfondo de manteca que muchos muestran en la boca. Una opción interesante aunque el precio no permita apreciarlo por ser un blanco y la gente no esté acostumbrada a pagar los blancos precios cercanos a la gama de los tintos.
- Q Malbec de Zuccardi: buen vino, que como le pasa a La Rural, capaz mantienen la calidad a tal punto que se olvidan de ofrecer algo con personalidad, algo distintivo.

Dentro de los excelentes vinos que me aportaron algo más que los anteriores, esos que te susurran: acá estoy...

- Urraca Malbec de Walter Bressia: acá noté un poco más de onda, más frescura de la que esperaba para un vino de año y medio en madera.
- Petite Fleur Blend de Clos de los Siete: un vino que demuestra ser producido por una bodega chica, con su propia personalidad, muchos sabores juntos que hacen divertido el sorbo que sigue.
- Gran Lurton Cabernet Sauvignon, obviamente de Lurton: un excelente vino dentro de los estándares de la cepa que, de a ratos, puede confundirse con otro cabernet, pero ofrece un toque distintivo.
- Foster Reserva Malbec de Enrique Foster: es un vino que tiene su personalidad, su carácter y ayuda a definir mejor lo que es realmente un Malbec propiamente dicho.

Los que para mi fueron determinantes y vinos que pagaría lo que cuestan con los ojos cerrados

- Piedra Negra Malbec de Lurton, uno de los Malbec que más me gustaron, con toda esa personalidad que busco en un Malbec. Esa cepa de moda, tan bastardeada, que uno cree (sin saberlo) que cualquier vino fino tinto Malbec representa el sabor de esta uva, sensación de conocimiento destruída por este vino de Lurton que nos ayudará a darnos cuenta que Malbec pura y exclusivamente, es este Piedra Negra.
- Malamado Malbec Fortificado de Zuccardi: Al igual que el Malbec cosecha tardía de bodegas El Esteco, este es uno de esos vinos tabú que suele tener un público muy especial y reducido, así como lo tienen los Oporto y los vinos licorosos que, todavía, no agasajaron al paladar argentino como en otros países. Una vez Brascó dijo que estos son vinos maricones; capaz tenga que ponerme las plumas y los zapatos de taco aguja, pero el Malbec Fortificado tiene toda la personalidad y toda la onda que muchos otros vinos no logran. Ideal para maridar con una torta húmeda de chocolate extra-amargo, o simplemente para tomar junto con una tableta de Lindt 99% cacao.
- Quorum Blend de Norton: así como a Norton siempre la consideré una bodega de vinos clásicos, este blend me tapó la boca… o mejor dicho, me dejó con la boca abierta. Un vino con fruta, acidez, fuerza, presencia, carne, masticable, increíble. INCREIBLE.
- Opalo Malbec de Mauricio Lorca: el único vino que no tuvo paso por madera y nos demuestra que no es necesario llenar de aserrín a un vino cuando se tiene la uva justa, la cepa ideal, la naturaleza en su esplendor. Lejos el mejor vino fresco, si te gusta la uva tal cual es.
- Triana Blend de Don Cristobal: otro que, a la par del blend de Norton y el Malbec de Lurton, fue de los mejores vino que probé de toda la degustación. Sumisos, introvertidos, delicados, abstenerse. Este es un vino para gente que elije un curry rojo tailandés frente a la milanesa de soja. Después de haber probado más de 13 vinos me encontré con este que pudo barrer con todos los sabores previos para darle una trompada a mi paladar y decir: “Honey, i’m home”
- FIN Merlot de bodegas Del Fin del Mundo: El primer merlot que probé y sentí que estaba tomando placer, erotismo, suavidad, dulzura. Al llegar a casa y googlear este vino me di cuenta porqué fue medalla de oro de los Merlot. Este es un vino para hacer un paralelo con el Kamasutra, entre el Hedonismo y el Romanticismo, placer en su mayor expresión.


Ahora, a esperar un año para volver a disfrutar de esta experiencia...





El Guerrillero Culinario