miércoles, 29 de julio de 2009

Bi Won – Experiencia al estilo Andrew Zimmern

Nombre: Bi Won

Tipo:
Restaurante

Estilo:
Comida Coreana

Dirección:
Junín 548, Capital Federal.

Teléfono:
4372-1146




Evaluación

Cocina:
Excelente

Ambientación: Regular

Atención: Excelente

Precio: Medio

Ideal: Grupos de Amigos y Familia.


Un par de neones, las mesas llenas y mucho ruido era lo que faltaba para sentirse en Corea, así lo definiría Caro al momento de sentarse.

Llegar despierta temores, pleno centro del barrio de Once, cuna de los conventillos atestados de gente que escuchan música del momento en la puerta. De repente una pequeña entrada con un cartel arriba en Coreano, sin iluminación, nos guía a un hall de entrada grande que parece sacado de un hotel marplatense de los años 70.

Al entrar siento las miradas de los pocos comensales que estaban ya comiendo a las 21 horas, pero no dudo, es mi apariencia un tanto extraña con el saco largo y la cámara de fotos en la mano. El salón está separado en dos por un par de biombos, una parte más chica tiene mesas grandes, ideales para banquetes. La decoración simplemente está ausente y aunque hasta hace unos meses, a primer vista el lugar estaba bastante deteriorado, con manchas de humedad en el techo y los baños medio destruidos, ahora se encuentra todo bastante limpio y en un estado más que aceptable.


En cuando nos sentamos la cubertería no pareciera acorde con el resto del salón (heladera llena de productos chinos que serán nuestro único postre, decoración de los '70s). Palitos coreanos (no son ni chinos ni japoneses, son mucho más cortos, ya van a ver lo complicado que es usarlos) de acero inoxidable con decoración esmaltada son el objeto perfecto para quedar canchero en la cena en nuestra casa, lástima que no lo tengan a la venta. Ideal es sentarse en una mesa para 4, ya que la cantidad de comida no entra en una mesa para dos.

La carta es muy amplia y, aunque pareciera que algunos platos son un tanto aburridos, cuando uno se quiso dar cuenta, aparece el mozo con platitos diversos de productos a los que toma tiempo contarlos y aprenderse cuál es cuál. Acá es donde el servicio (el que no está formado por Coreanos) demuestra tener aptitud para satisfacer el 100% de nuestras dudas. Consejo: déjese llevar por el mozo, que él decida por nosotros, que arme la comanda y nos deleite con los productos, sabe mucho, conoce de sabores y hasta nos organizó los platitos según el grado de picante de cada uno.

Pedimos dos platos, el primero (Cheyuk Güi) es cerdo en tiritas marinado en una salsa picante (a este punto aclaro que no resulta incomible pero toda la comida es picante, o al menos el 80%). Este plato viene acompañado por un timbal de arroz para mezclar y bajar un poco la intensidad del sabor y con una serie de pequeños bols que paso a enumerar como aparecen en la foto: de derecha a izquierda, brotes de soja cocidos agridulces (más agrios y ácidos que dulces), berengenas chinas (las alargadas con piel violeta) bien cocidas, unas chauchas al vapor y salteadas en aceite de sésamo y salsa de soja increíblemente ricas, arriba unos cuadraditos de alga fritos y espolvoreados con azúcar (son una experiencia inolvidable), el platito del centro es una raíz, con la textura similar al corazón del ananá, con un sabor medianamente fresco, muy dulce y suave. El bol contiguo hacia arriba son unos champignones salteados con salsa de soja y desglazados con un poquito de vino dulce supersabrosos. Hasta aquí los platillos no eran picantes, los otros 5 siguientes sí. El que se encuentra debajo de los champignones continene acusai salteado con salsa de chile picante (en grados de picante de 1 a 10 lo coloco en 30). El que se encuentra a su lado, es a base de avellanas y son cubos con la textura de un flan, salado, bañado en un aceite picante pero suave. Arriba de estos, pegadito a los champignones hay un bol con ajíes verdes semifritos, los cuales resalta mucho más el amargor y de hecho los ubico como el producto más amargo que consumí, lejos de la carqueja y el radicheta. Por último arriba queda un bol con brócoli hervido y sasonado con una salsa de tomate picante (el preferido de todos los platos) y a su lado pepino semi crudo espolvoreado con ají picante.

Lo interesante del plato principal es que se cocina frente a nosotros, en una especie de fuente de acero con su propio mechero. Lo hace el mozo y cuando ya está listo apaga el fuego y podemos empezar a consumirlo.

El otro plato fue un Bim Bi Bap, salteado de verduras que se sirve en un cuenco de metal con un huevo frito por encima al que le coloca arroz goham (arroz con cocción para sushi pero sin agregado de vinagre), se mezcla y se obtiene un plato muy sabroso, al que se le puede dosificar el picante a gusto del consumidor por lo que es recomendable para los amantes de sabores más delicados.

A esta altura ya el límite de nuestro organismo está sobrepasado de sabores y cantidades, sin embargo el mozo, vuelve con más productos, como ser unas mini albóndigas de carne de cerdo, huevo y tofu (realmente ricas y muy saladas) así como una especie verdura de hoja en conserva que no logré diferenciar. En este punto hay que aclarar que no hay postre, sino que nos van a ofrecer fruta (en este caso fue mandarina) sin costo.

Indudablemente es una de las opciones indispensables para la recorrida gastronómica por la ciudad de Buenos Aires, especialmente para las personas que gusten de probar sabores nuevos y experiencias diferentes, pero no es recomendable para quien llega sin idea del producto final de sensaciones. El precio parece alto por el valor del plato, para la cantidad de comida se puede tomar la opción de compartir el plato y pagar un adicional, porque un plato por persona es realmente mucho. Para nosotros, ingresa al podio de los preferidos.


El Guerrillero Culinario



martes, 28 de julio de 2009

Cilantro - Copas y Orientales a precios acotados

Nombre: Cilantro

Tipo: Bar, Bistró

Estilo: Sudeste Asiático, Cocina de Autor, Coctelería

Dirección: Tomás de Anchorena 1122, Capital Federal.

Teléfono: 4966-2941

Evaluación

Cocina:
Excelente

Ambientación: Buena

Atención: Excelente

Precio: Medio

Ideal: Grupos de Amigos y Parejas.


Llegamos de rebote porque teníamos pensado ir a Sarkís, pero como de costumbre había un mínimo de media hora de espera. Este nuevo Cilantro no tiene nada que ver con el anterior (era cocina fusión latinoamericana).

Es un restaurante o un bar, o mejor dicho, es ambos. Por fuera el frente de un PH y por dentro una decoración minimalista con aires a Musée National d'art Moderne demuestra que el lugar condice con la carta, la que tiene desde Sushi hasta Pasta, pasando por platos un poco thai, un poco de autor.
El local estaba lleno, sin embargo nos atendieron con la mejor cara y predisposición. La carta es algo para modificar en este lugar, primero por la forma, tablón del tamaño del diario La Nación que sólo puede leer en su escritorio el gerente de una multinacional y por otro lado, el nombre “Pasta” para una sección de la carta no está bien asociado a platos de comida Thai, por más el ingrediente principal sea pasta porque uno tiende a asociarlo con un plato de fideos italiano.

Una opción piola fue la carta de tragos, con variantes más que interesantes, lo que lleva a que el comensal se alcoholice tan rápido como pueda. Antes de continuar con el resto de la crítica, les recomiendo que vayan a este lugar con ganas de ir a tomar algo y probar cositas, pedir entraditas, compartir un buen momento.

Los tragos sorprenden por su sabor redondo en la boca, o será que estoy mal acostumbrado a probar tragos de mala calidad. Pedimos un Mojito Japonés (limón, yerba buena, melón), muy buen trago, pero lo hubiese hecho con lima para darle un tome más asiático, aunque el melón le siente muy bien. El segundo fue una Caipirinha Asiática (con ananá y lemongrass) muy buena, súper suave. El tercero, que aparece en la foto solo, es Fusión de Melón (tequila, licor de melón, jugo de pomelo y jugo de ananá) fue el más rico, súper dulce, mucha personalidad, pero en vaso más chico que los demás.

La Panera (una adaptación de la costumbre argentina a la asiática) fue doblemente buena. Primero porque tenía para picar unos panes con una mayonesa especiada y unos picles de repollo picante (algo que era mejor aclararlo previamente porque no había llegado la bebida y ya tenía fuego en la boca), y segundo, porque se terminó y nos trajeron otra, sin chistar, pero con unas papitas fritas estilo pringles y ambas salsas. Para arrancar nos trajeron una pequeña bebida que reivindicaba que lo rico viene siempre en frasco chico, la cual no estaba en la carta, pero igualmente dejaron las puertas abiertas para aceptar la elaboración como trago. Fresca, alimonada, poca graduación alcohólica, ideal para día de playa.

De entrada nos pedimos un Viet-nem, rolls similares a las empanaditas chinas pero de hoja de arróz, con sabor a carne bastante intenso, y una salsa agridulce de ciruela rica. Vale la pena probarlos. Eso sí, demoraron bastante, pero nos vinieron a avisar sobre ello. La espera se hizo más amena mientras escuchábamos a una banda de cantante, pianista y guitarrista haciendo un poco de Jazz y Bossa. Este show no decía que se cobraba en la puerta, pero cuando vino en la cuenta y costaba 7 pesos, uno desiste de cualquier reclamo al hacer la comparación con la entrada al cine con descuento que cuesta el doble.

Pedimos dos platos, uno fue el recomendado por uno de los mozos (brasilero que vive en Palomar, macanudisimo) realmente era muy sabroso, se llamaba Yam-Yam y era un salteado de fideos con panceta y pollo, poco picante pero muy sabroso. A esta altura Caro dijo lo siguiente: “Me doy cuenta cuando un lugar hace buena cocina porque le ponen ingredientes que no me gustan pero bien combinados el plato me parece riquísimo”, hablando de la especia llamada cilantro (tan de moda en el bolsillo del caballero y la cartera de la dama), una hierba visualmente parecida al perejil, de sabor perfumado (parecido a colonia de baño) y muy intenso, fresca y aromática. Esto es cierto, el plato era sabroso, tenía un dejo fresco pero no era como algunos platos de Bereber o de Green Bamboo que, por respetar los sabores tradicionales, se saturan todos los sentidos por excederse con una sola hierba.

El segundo plato se llamaba Chang mai y era otro salteado de fideos con pollo al curry verde pero picante, el cual lo encargamos no tan picante porque en la carta decía que era muy picante y terminó siendo suavecito, no obstante, es mejor probarlo la primer vez más liviano. La textura de los fideos estaba muy buena y combinaba bien con el curry verde, y el sabor suave a coco le quedaba fenomenal. Aunque fue una buena elección capaz sería mejor combinar uno de estos platos con algún otro plato diferente porque resultaron un tanto redundantes entre sí por lo parecidos y por ser ambos pastas.

De postre nos recomendaron enérgicamente el brownie pero decidimos probar otro, la tarta de manzana con helado, que resultó rica pero sin ninguna diferencia a la clásica stroisel de manzana que se hace en la mayoría de los restaurantes porteños. Al mismo tiempo hacía su decimoquinta aparición el mozo pero esta vez para servirnos un pequeño traguito digestivo (o es lo que queríamos usar de excusa a esta altura), cortesía de la casa.


Actualización

Un altra volta, volvimos a visitar el lugar con una nueva selección de platos, aunque repetimos el de fideos salteados con curry que ya viene sin picante, esta vez Caro se pidió un sandwich de Roastbeef hecho en un pan casero estilo campo, con rico sabor mantecoso, mucho relleno, al punto que se caía del sandwich. Para mi gusto a la carne le faltaba un poquito de cocción, aunque ese corte se coma así rosado tirando a rojizo. Venía con unas papas con el corte de frítas pero doradas al horno, muy buenas.

Por el otro lado, estaba el plato Pesca del día, que en este caso era un salmón rosado grillado, bien cocido pero con el interior húmedo, con unas papas al horno y bañadas en una salsita similar a la teriyaki, estaba muy bueno, aunque fue el plato menos abundante de todos los que probamos.
Un detalle para remarcar es que se cayó uno de los tragos (de vuelta optamos por la ronda de 3 tragos a muy buen precio) y volvieron con el mismo a reemplazarlo, al mismo tiempo que limpieaban y secaban todo rápido, con una eficiencia similar a la de una clínica privada.
Como fue ya varias veces, la atención, perfecta.


Mi receta del Guacamole





El Guerrillero Culinario

jueves, 23 de julio de 2009

El Federal, La Pulpería - Para tomarse una pausa


Nombre: El Federal, La pulpería

Tipo: Bistró, Desayunos, Meriendas
Estilo: Cocina de Autor, Autóctona, Pastelería
Dirección: Uriarte 1667, Capital Federal
Teléfono: 4833-6039


Evaluación
Cocina: Muy Buena
Ambientación: Muy Buena
Atención: Buena
Precio: Económico
Ideal para: Solo o acompañado.


Esta es la primer vez que visito este lugar para tomar el desayuno; confieso haberlo visitado muchas veces pero para almorzar, pero eso es otra historia. Los argentinos tenemos dos etapas en la vida donde experimentamos desayunos diferentes. De chicos y ya adultos. En cualquier café podemos desayunar el típico café con leche y dos medialunas, pero no podemos desayunar como en casa. A muchos lugares les falta el mate, los scones, el pan con manteca y demás sabores tradicionales un poco más básicos pero sí mucho más descontracturados.

Sábado por la mañana, frío, sol radiante. Llegamos y, como es costumbre Adrian (Chef y dueño) te atiende con una sonrisa. La recesión hace de las suyas hasta en lugares tan baratos como este. Elegimos la mesa que tenía un diario apoyado y nos disponemos a ver la carta de desayunos.

Las opciones son varias, desde clásicos hasta las opciones para los más golosos que incluyen porciones de torta de todos los colores, gustos y aromas.

Optamos por el clásico café con leche, jugo de naranja exprimido y tostadas con mermelada y queso crema. Las variantes van desde diferentes tes hasta mate (incluida la opción del matecocido, siempre firme). Las tostadas son, como siempre, pan casero (recomiendo pedir ambas variedades, blanco e integral). En caso de ser fanático del membrillo está siempre la opción del cuadrado de pasta frolla con una hermosa proporción de mitad masa y mitad dulce. Hay más opciones, muffings (varios sabores), scones, cookies grandes como un plato de postre, muchos sabores de tartas que van desde peras hasta cheesecake de chocolate blanco. Esta misma opción está por la tarde, eso sí, por las dudas llame antes o vaya con tiempo, a veces hay 2 o 3 mesas de demora porque el lugar es muy chico y la relación precio/calidad es cumplidora.




El Guerrillero Culinario

lunes, 20 de julio de 2009

La Peña del Colorado – Un paseo por el interior del país

Nombre: La Peña del Colorado

Tipo: Restaurante, Bodegón

Estilo: Cocina norteña, Autóctona

Dirección: Güemes 3657

Teléfono: 4822-1038



Evaluación

Cocina: Buena

Ambientación: Buena

Atención: Regular

Precio: Económico
Ideal para: Solo o acompañado, grupos.



Nos tocó conocer este lugar a través de un evento especial, un encuentro de BookCrossing, que viene a ser básicamente un grupo de personas fanáticas de la lectura que tienen por móvil dejar libros a la buena de Dios para compartirlos y emocionarse cuando llegan a las manos de otro fan de la lectura del otro lado del mundo.

Llegué al lugar con una pequeña demora porque resulta un poco complicado estacionar en la zona. Al entrar nos encontramos con un restaurante que no logré definir si tenía una decoración rústica o estaba rústicamente decorado. La sutileza entre ambas fue complicada de descubrir.

El lugar es bastante ruidoso, más allá del gran grupo de comensales en la mesa con forma de eLe. El mayor problema lo terminó teniendo el mozo, porque el salón está separado en dos partes, de las cuales una siempre fue rezagada y terminó recibiendo una atención bastante pobre, lo que obligó a que me levante para buscar la carta, otra vez para pedirle y la tercera para encargarle el postre.

Voy a hablar de lo que probé y no de lo que vi ni los comentarios de terceros, aunque resultaron bastante tentadores algunos platos (como ser el Locro, el cual será el plato a probar en la próxima visita).

La panera, básica, tenía nada más pan blanco. Se ofrece un servicio de panera con panes caseros (la cual se cobra, cosa que creo innecesaria y, dado el tipo de restaurante sería mejor incluirla promediada en los precios pero ofrecerla como producto fijo).

De entradita pedimos dos empanadas, una de carne picante cortada a cuchillo y otra de cordero. Esta última muy rica y suave. La de carne resultó estar en el grado de picante ideal (para mi paladar) y la sensación al masticar los trozos bastante grandes de carne hacían desplazar la empanada de La Continental al último eslabón de la cadena alimenticia.

Me pedí un Tamal Tucumano (el cual fue muy criticado por un par de Beceras -dícese de los integrantes de BookCrossing- originarias del Noroeste, que afirmaban que era más una Humita en Chala que un Tamal). La porción es ideal para compartir como entrada o para comer como principal si es domingo y todavía estamos intentando digerir la media docena de facturas de la tarde. La parte externa (una especie de polenta/maíz) resultó medianamente insípida, pero fue compensada por el relleno.

Por otro lado Caro se pidió un Pastel de Humita y Calabaza, muy tentador, de tamaño considerable. El problema con este plato pasa por una idea de precio y producto. Un locro reclama trabajo para elaborarlo, más allá del valor de la materia prima. Para un comensal, comer un cuenco con crema de choclo, puré de calabaza y un poco de queso gratinado genera una sensación de disparidad entre el precio y la mano de obra invertida en el plato. El plato era rico, de eso no cabe la menor duda, sabroso y dulzón, abundante sin ser pesado, pero deja una sensación difícil de manejar si uno hace la relación producto/precio. Más allá del precio bajo, sigue siendo dispar.

De postre decidimos probar un plato imposible de evaluar, se llama Tentación Salteña, y consta de helado y dulce de cayote. Sería injusto decir ¡que rico! o decir ¡feo! porque ambos productos son comprados y tienen el mismo sabor acá, en otro restaurante o en mi casa. Sí resulta caro en proporción el postre a los platos, más siendo un postre con poca elaboración, y no encontré la crema declarada entre los ingredientes.

Luego de un rato y una modificación en la factura porque vino mal compuesta nos dispersamos con la panza llena, el corazón contento y varios libros nuevos para leer. El lugar es barato pero la relación precio calidad no condice en algunos platos, el precio por persona para comer asciende a $30 en la mayor parte de los casos y no es necesario compartir platos para salir satisfecho, pero sí hay que ir con tiempo, porque la atención es demasiado básica y no esperar que enamoremos en una primer cita a una pareja por visitar este lugar. Sin duda el fuerte de esta vez fueron las empanadas. Una de las visitas obligadas será de 15hs a 20hs, momento en el cual se puede consumir el Mate-Bar, menú ideal para días fríos y ganas de pasar un rato entre amigos.




El Guerrillero Culinario

jueves, 16 de julio de 2009

La Vieja Estación – Parrillada cumplidora

Nombre: La Vieja Estación
Tipo: Parrilla
Dirección: Vivanco 1509, Tigre (estación Tren de la Costa)

Evaluación
Cocina: Buena
Ambientación: Deficiente
Atención: Buena
Precio: Económico/Medio
Ideal para: Familias y grupos grandes.


Siendo casi las 3 de la tarde un sábado de invierno nos dispusimos a comer en el primer lugar que nos crucemos y resultó ser esta parrilla. La ambientación es bastante básica y tiene un punto que aleja a los comensales, el humo. Es seguro que no va a haber mosquitos, pero también que cualquier prenda que uno adore va a terminar con olor a asado. Por mucho, es la parrilla de la que salí con más olor. También hay que aclarar que los baños eran un desastre.

Hay varios tamaños de parrillada, nosotros combinamos una para dos personas (éramos cuatro) con dos porciones de papas fritas, una ensalada mixta (lechuga, tomate y zanahoria), una porción de rabas, dos gaseosas de 500cc y dos cervezas de litro. La Panera, simple como en la mayoría de las parrillas, venía acompañada de la típica manteca miniatura y un poco de chimichurri.

Las papas fritas (que como es costumbre son las McCain) se sirven en porciones bastante chicas, más si se compara con la de rabas que era bien abundante; estas últimas realmente ricas y bien cocidas. La ensalada era la típica ensalada para acompañar, mucho no podemos decir, aunque en la carta había más variedad para probar.

Pasando a la carne, la parrillada tenía chinchulín, riñoncitos, morcilla, chorizo, matambre, asado, un poquito de vacío. La carne era tierna, estaba bastante cocida y venía servida en la fuente caliente con sus carbones bien encendidos, lo que apuró un poco la comida ya que se empezaba a quemar si se dejaban las piezas sobre el calor. Sin embargo, la carne termina sorprendiendo por su textura. Será que uno se acostumbró mucho a comer en lugares más masivos como Siga La Vaca o la Caballeriza que cuando se acerca a estos más reducidos la calidad sorprende.

Es cierto que a esta hora la mitad de las mesas estaban vacías y la mayoría pedía parrillada por lo cual el servicio se hace más simple, pero no hubo grandes quejas salvo una pequeña tardanza con la segunda cerveza y gaseosa.

En resumidas cuentas, vaya en familia o un grupo grande de amigos, a pedir parrilla, no muy bien vestido, porque sino puede terminar el ágape gastronómico con una pisca de amargura ya que en mi caso mi campera está salpicada de grasa, culpa de la parrillita individual que se pidieron en la mesa a mis espaldas; se come bien sin muchas pretensiones y tiene variedad suficiente como para no quejarse de que “sólo hay carne”.

Mi receta para hacer un bife de chorizo y una tortilla de papas al disco





El Guerrillero Culinario

jueves, 2 de julio de 2009

Bar El Federal – Un Picadito en el centro de San Telmo


Nombre: Bar El Federal
Tipo: Restaurante, Bar
Estilo: Porteña, picadas
Dirección: Perú y Carlos Calvo 399
Teléfono: 4300-4313

Evaluación
Cocina: Excelente
 Ambientación: Muy Buena
Atención: Muy Buena
Precio: Económico
Ideal para: Parejas, extranjeros, grupos de amigos, solos.

San Telmo se detuvo en el tiempo; barrio que todavía mantiene las fachadas de muchos conventillos (como ahora está de moda decirles PH’s) se resiste a la invasión de postmodernidad que atacó a los barrios de Palermo o el falso colorido de las casas de La Boca.
En la esquinita, mejor dicho en la ochava, se encuentra la entrada a este mítico bar al que sólo le faltaría tener clientes con funyi, chaleco o traje, para traernos la imagen de los años 60 de la Capital Federal.

El bar, aunque un poco frío, resulta acogedor. Optamos por sentarnos en la barra, para no tomar una silla cerca de la puerta y porque yo disfruto más de comer en la barra que en una mesa. La barra está a la altura de las mesas y los barmans (que en este caso son más mozos y/o encargados) están en desnivel para poder atendernos bien. Abunda la madera, en todo aspecto, y se ve el chiringuito bastante limpio.

El problema de la barra es que uno se termina tentando con todo lo que se despacha. Tomamos la carta y definimos que la mejor opción era una picada (El Gran Federal) la cual dicen que es para 2 personas pero aconsejo pedirla entre 3, a menos que esté dispuesto a comer fiambre como si fuera un servicio de buffet libre. La calidad de los fiambres arranca en muy buena para llegar a excelente (el queso azul me hizo recordar al Roquefort que comí en Francia!).


La panera incluye un pan símil figazza de manteca pero del tamaño de un tarro de cuarto kilo de helado, el cual divisé que era el elegido por muchos en su vasta carta de sándwiches fríos y calientes (la que tiene variedades de pollo, lomito, hamburguesa, fiambres, etcéteras y muchas más etcéteras).

Para beber nos pedimos cerveza tirada de la casa, una roja y una negra. La roja era suave y amarga, muy ligera. La negra igual de amarga pero más densa e intensa. Además había una linda variedad de bebidas, interesantes acompañamientos para buenas picadas.

En un momento trajeron a la barra una placa (similar a las que uso para brownies de 32x22cm, en la que había un strudel de manzana. Más bien era como una especie de torta gigante, la cual la cortaron en 12 porciones, cosa que me pareció completamente exagerada ya que de ahí sacaría por lo menos 20 porciones. Compramos una para llevar y nos duró 2 días. Para ser un strudel era suavecito, tenía muchas pasas de uva y valía la pena probarla.





El Guerrillero Culinario

viernes, 26 de junio de 2009

La Mamma Rosa – Mangia che ti fa bene

Nombre: La Mamma Rosa

Tipo: Restaurante, Cantina

Estilo: Italiana, Porteña

Dirección: Jufré 202, Villa Crespo, Buenos Aires

Teléfono: 4777-6972 (hacen delivery)


EvaluaciónCocina: Excelente
Ambientación: Buena
Atención: Buena
Precio: Económico
Ideal para: Familias, grupos de amigos.

Perdida en una esquina de barrio está La Mamma Rosa, una cantina un poco italiana, otro poco argentina, que no puede faltar entre los lugares por donde nuestro paladar tiene que hacerse presente. Siempre hay un lugar destacado en un punto frente a todos los demás restaurantes. Aquí nos encontramos con la mejor “panera”. Hay paneras con más o menos variedades de pan, hay paneras que incluyen queso crema o manteca saborizada, pero la panera de La Mamma Rosa es única, ya que viene acompañada de mortadela. Sí, mortadela comparable con la mortadela italiana, además del pan blanco y pan de pizza (focaccia al formaggio).

La carta es abundante, ya casi llegando al límite en el cual nos podemos frustrar por no decidirnos entre tantos platos, pero a no desesperar, mejor dirijan la mirada a la caja, situada cerca de la cocina, ahí notarán muchos papeles escritos a mano con los platos del día (como ser el mondongo, cordero con papas, empanadas de carne, etc), más tentadores y más frescos.

Esta cantina es ideal para disfrutar de a muchos, ideal una mesa redonda de 5 o 6 personas, ya que los platos son terriblemente grandes. No pedimos entrada sabiendo que los platos eran grandes (aunque resultaron más grandes de lo esperado).
Pedí una cazuela de pollo y mi novia se pidió unos ñoquis de papa con estofado de carne. La cazuela (pollo, tomate, ají rojo, ají verde, papas, cebolla y arvejas) era un 9 porque no llegó en la temperatura ideal, pero la combinación de sabores no tenía crítica posible.

Los ñoquis tenían la cocción ideal, no crudos ni muy cocidos, aunque la salsa no tenía la consistencia deseada si uno la compara con la verdadera pomodoro italiana, sin embargo el estofado de carne nos hacía olvidar la salsa por completo. Todo esto acompañado de un vino tinto Lopez ; cabe destacar que, más allá de la buena atención por parte del mozo, habíamos pedido un vino tinto Carrascal y por error nos trajo este. Con la panza llena decidimos igualmente probar al menos un postre, y la decisión unánime recayó sobre la tarantella , similar a un budín de pan pero con dos capas de manzana intercalada. La base estaba demasiado cocida por lo que tenía un ligero sabor a quemado, pero la textura final del postre fue muy buena y recomendable a la hora de probar algo diferente al típico budín de pan. La variedad en los postres era muy interesante.

A la hora de pedir la cuenta nos llegó en un santiamén, raro de una cantina repleta de gente (realmente ruidosa y poco recomendada para una velada romántica) con las mesas bastante juntas y una decoración austera y simple, en la que abundan los cuadros de caballos de carrera.




El Guerrillero Culinario